jueves, 1 de julio de 2010

Internet no nos hace estúpidos (¿o sí?)

Por estos días es posible encontrar una gran cantidad de artículos y libros que, como tesis principal, sostienen que internet nos está volviendo estúpidos. Dichos textos culpan a la gran cantidad de información y herramientas disponibles de generar una sobrecarga de contenido que, eventualmente, afecta al cerebro.
Muchas de estas teorías se apoyan en investigaciones científicas empíricas que muestran que la manera en la que el cerebro trabaja, está cambiando. Dichos estudios dicen que esto "podría" deberse a internet.
Los que defienden a la red, sin embargo, aseguran que estas premisas son reacciones comunes a los nuevos medios. Lo mismo se dijo, apuntan, cuando los periódicos o la televisión se volvieron populares.
Otros ponen a los adolescentes como ejemplo. Su constante cambio de atención, de un dispositivo a otro hace que pierdan la concentración, dicen.
Pero otros más aseguran que detrás del caos de la multitarea hay un orden; una nueva manera de concentrarse.
¿Quién tiene razón?
Nicholas Carr se está convirtiendo en el principal crítico de internet. Primero escribió un artículo llamado "¿Google nos está haciendo estúpidos?" y después un libro con el título "Vacíos: lo que internet le está haciendo a nuestros cerebros". El autor asegura que él y varias personas más, han perdido la capacidad de concentrarse por culpa de la red. Los hipervínculos -dice Carr- nos distraen y nos hacen saltar de un lugar a otro consiguiendo que no nos concentremos en algo por más de un par de segundos.
Según él "entre más confiamos en las computadoras para ser el medio por el que entendemos el mundo, es nuestra propia inteligencia la que se está convirtiendo en inteligencia artificial".
Las voces en contra no se han hecho esperar.
En el New York Times, Steve Pinker un científico de Harvard, contraargumentó que las mismas críticas se vertieron contra medios como los libros o la televisión. Cada que aprendemos algo, afirma, nuestro cerebro cambia su configuración. No significa, insiste, que seamos más tontos.
"Por el contrario no sólo no nos hacen estúpidos, sino que estas tecnologías son las únicas cosas que nos ayudarán a seguir siendo inteligentes", enfatiza Pinker.
Estas dos visiones no son las únicas manzanas de la discordia.
Otro punto a debate es que al fragmentar nuestra atención entre múltiples herramientas tecnológicas más nuestra rutina diaria, nuestra concentración se reduce y con ella nuestra inteligencia.
Los adolescentes -con sus constantes videojuegos, videos en YouTube, Facebook y mensajes de texto- están en la mira de la cuestión. Estudios empíricos dicen que no se concentran como antes.
Pero ¿eso es malo? ¿o será que el cambio en la forma de asimilar las cosas es parte de la evolución?
En mi experiencia personal (que no aspiro a compartir como sinónimo de investigación científica), los adolescentes hacen muchas cosas a la vez, pero retienen casi todas o todas ellas.
Mi hijo puede tener un video en el fondo, estar hablando conmigo y enviar un mensaje de texto al mismo tiempo. A veces creo que nada de lo que le dije se quedará en su memoria y es probable que cuando algo de lo que digo no le interesa, lo descarte. Pero en más de una ocasión me ha sorprendido mencionando horas más tarde los puntos centrales de mi conversación. No sólo retiene lo hablado, sino que lo asimila.
Algunos científicos, sin embargo, afirman que hay indicadores de que las distracciones están minando la capacidad juvenil de resolver problemas.
Yo, como el profesor Pinker, creo que la tecnología no nos hace más estúpidos. Por el contrario, bien encauzada, nos puede hacer más inteligentes.
Pero esa es mi opinión, ¿y la de ustedes?

DAVID CUEN


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